Había una vez una rosa roja muy bella. Ella se sentía de mil maravillas, al saber que era la rosa mas hermosa del jardín. Pero también se daba cuenta de que la gente siempre la miraba desde muy lejos, porque junto a ella vivía un sapo grande, negro, feo y panzón.
Entonces enfurecida por aquella situación, indignada le dijo al sapo: Que se fuera inmediatamente de su lado, que era un sapo despreciable y sucio, que su presencia era la causante de su soledad. Entonces, el sapito con pena y con dolor le contesto: Esta bien, esta bien, si así tu lo quieres bella rosa, yo me marcho, me voy de tu lado, hoy me alejo de tu vida.
Pero, poco tiempo después, al sapo se le ocurrió pasar por donde vivía la rosa y se sorprendió al verla totalmente marchita, sin hojas, sin pétalos, arrugada, fea y casi ya sin vida, y entonces le dijo: Vaya mi querida amiga rosa, que mal te veo. ¿Qué te ha pasado? Ay, amigo sapo, no sabes cuanto he sufrido, pues desde el día que te fuiste, las hormigas me han comido y día a día, me han despedazado, ya no podré ser igual que antes. Ya no seré la misma rosa hermosa.
Y el sapito mirando su gran tristeza le contestó: Claro amiga rosa, cuando yo estuve a tu lado, aunque me despreciabas por lo que soy, yo te cuidaba con amor todos los minutos y los días de tu hermosa vida. Todos los días me comía las hormigas que trataban de despedazarte y por eso es que siempre eras la mas bella de todas las flores del jardín.
Entonces la bella flor lloró desconsoladamente, al conocer y comprender que hay muchos amigos que a veces creemos que no valen nada por su apariencia, pero sin embargo; ellos nos cuidan, nos aman y hasta dan sus vidas a cambio de salvar la nuestra.
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